La resurrección de Lázaro es uno de los milagros de Jesús y es el nombre de un tema iconográfico del arte cristiano muy frecuente en pintura.
Tiene como motivo la historia evangélica (Juan 11) de la resurrección de Lázaro de Betania, presentado como amigo de Jesucristo. Varias veces aparecen en los Evangelios visitas de Jesús a la casa de Lázaro, donde transcurre la historia de Marta y María.
En la última de estas visitas, Jesús llega cuando Lázaro ya se encontraba muerto y sepultado. Jesús hace abrir el sepulcro, y a una orden suya, Lázaro resucita.
Texto bíblico
La expresión de Jesús "Levántate y anda", que en realidad aparece en otro milagro referido en los evangelios sinópticos (Mateo 9:5, Marcos 2:9 y Lucas 5:23),[2] está asociada popularmente con este episodio, en gran parte por el poema de Gustavo Adolfo Bécquer El arpa (y una voz, como Lázaro espera / que le diga "Levántate y anda").
Interpretación según la Iglesia católica
Con el milagro de la resurrección de Lázaro, Jesús enseña su poder sobre la muerte y, a la vez es signo de la resurrección futura de la humanidad y de cada uno de los individuos. El evangelista presenta en primer lugar las circunstancias del hecho y el diálogo de Jesús con las hermanas de Lázaro; después, la resurrección de éste a los cuatro días de su muerte. Betania distaba sólo unos 3 km de Jerusalén (v. 18). Jesús, en los días anteriores a su pasión, frecuentó la casa de esta familia, con la que tenía gran amistad. San Juan hace notar los sentimientos de afecto de Jesús (vv. 3.5.36) y su conocimiento anticipado de lo que iba a ocurrir (vv. 11.14).
En el diálogo con Marta (vv. 20-27) se encuentra una de las revelaciones más precisas sobre Jesús: Él es la Resurrección y la Vida. Es la Resurrección porque su victoria sobre la muerte es causa de la resurrección de todos los hombres. Es la Vida porque otorga al hombre la participación en la vida divina, que culminará en la vida eterna. De ahí que el cristiano pueda decir: «La vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».[3] La fe de Marta es modelo de la nuestra: para resucitar y vivir con Cristo hay que creer en Él (vv. 26-27). La profundidad de los sentimientos de Cristo queda reflejada en las lágrimas que derrama por Lázaro (v. 35).
Es éste el versículo más breve de toda la Biblia. Parece como si la misma división en versículos (realizada en el siglo XVI) quisiera solemnizar el llanto de Jesús, expresión de su verdadera Humanidad y testimonio del amor de Dios hacia los hombres. «Jesús es tu Amigo. —El Amigo. —Con corazón de carne, como el tuyo. —Con ojos, de mirar amabilísimo, que lloraron por Lázaro… —Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti».[4] El milagro va precedido por una oración de acción de gracias por parte de Jesús (vv. 41-42). El agradecimiento al Padre por haberle escuchado «implica que Jesús (…) pide de una manera constante. Debemos orar siempre con espíritu filial y con gratitud por los muchos beneficios recibidos de Dios Padre. Apoyada en la acción de gracias, la oración de Jesús nos revela cómo pedir: antes de que la petición sea otorgada, Jesús se adhiere a Aquél que da y que se da en sus dones. El Dador es más precioso que el don otorgado, es el “tesoro”, y en Él está el corazón de su Hijo; el don se otorga como “por añadidura” (cfr Mt 6,21.33)».[5][6]
San Agustín ve en la resurrección de Lázaro una figura del Sacramento de la Penitencia: como Lázaro de la tumba «sales tú cuando te confiesas. Pues, ¿qué quiere decir salir sino manifestarse como viniendo de un lugar oculto? Mas para que te confieses, Dios da una gran voz, te llama con una gracia extraordinaria. Y así como el difunto salió aún atado, lo mismo el que va a confesarse todavía es reo. Para que quede desatado de sus pecados dijo el Señor a los ministros: Desatadle y dejadle andar. ¿Qué quiere decir desatadle y dejadle andar? Lo que desatareis en la tierra, será desatado también en el cielo (Mt 18,18)».[7] «Atados con vendas» (v. 44).
Los judíos amortajaban lavando y ungiendo el cuerpo del difunto con aromas para retardar algo la descomposición y atenuar el hedor; después envolvían el cadáver con lienzos y vendas, cubriéndole la cabeza con un sudario. Era un sistema parecido al que se empleaba en Egipto, pero sin proceder a un embalsamamiento completo que implicaba la extracción de ciertas vísceras.[8]
Véase también
- Milagros de Jesús
- Jesús de Nazaret
- Multiplicación de los panes y los peces
- Curación de los diez leprosos
- Resurrección de la hija de Jairo
- Oraciones de Jesús
Iconografía
- Resurrección de Lázaro (Giotto)
- Resurrección de Lázaro (Duccio)
- La resurrección de Lázaro (Caravaggio)
- Resurrección de Lázaro (Jouvenet)
Referencias
Bibliografía
- Casciaro, Aranda, Ausín, García-Moreno, Belda, José María, et all (1990). Comentarios a la Sagrada Biblia (cuarta edición). Navarra: Eunsa. p. 397. ISBN 84-313-0434-0.
- Paula Fredriksen, From Jesus to Christ (2000), ISBN 0-300-08457-9
- Vernon K. Robbins, Jesus the Teacher: A Socio-Rhetorical Interpretation of Mark 2009, ISBN 978-0-8006-2595-5
- Agustín de Hipona, Comentarios sobre el Evangelio de San Juan
- Iglesia católica, Catecismo
- P. Horacio Bojorge S.J., Las multiplicaciones de panes y peces - comidas de alianza y hospitalidad.
- G. Camps, La Biblia día a día Ediciones Cristiandad. Madrid 1981.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Resurrección de Lázaro.
- Evangelio de la infancia de Tomás
- Catholic.net: Explicación sobre los milagros.
- Los Milagros de Jesucristo, escrito por L. Cl Fillion, de los libros de Google.



